Cuando aún no habían llegado a la madurez se conocieron.Un cisne era un gran idealista. El otro sin embargo hablaba de las penurias de sus congéneres.El cisne idealista vivía feliz. Creía que las cosas podían cambiar y que con el poder del pensamiento positivo todo lo que él quisiera se haría realidad.
El otro cisne vivía triste. Apenas levantaba la cabeza para ver un nuevo amanecer. Este cisne increpaba al idealista. No entendía como podía ser tan poco realista y no darse cuenta de los dolores que conlleva estar vivo.- No ves más allá de tus ideales – Le decía el cisne infeliz.
- Soy lo que mis pensamientos crean, igual que tú – Le respondía el cisne idealista.
- Eso no es cierto. Tú no sabes lo que es la realidad, no entiendes que la vida no es un camino de rosas. Hay muchas espinas por el camino. El pensamiento positivo no te lleva a ninguna parte, solo a vivir en un mundo de sueños irreales.
- Soy como tú – Repitió de nuevo su amigo – Mi percepción positiva de la vida, es tan real como la tuya. Tú interpretas todo de modo negativo, mientras que yo opto por quedarme con el lado positivo y optimista.El cisne triste lo miraba con compasión.
- Pobre – Pensaba – No entiende que así no se puede vivir… Como yo pienso es real, aunque él diga lo contrario. Yo sé que tengo razón. He vivido muchas penas y dolores. Sé de lo que hablo. La vida no es justa.Una mañana, mientras el cisne idealista cantaba por su casa, el cisne infeliz, lo llamó.
- Amigo – Gritó – Te necesito. Estoy muy triste. Ayúdame a ver lo que tú ves. No puedo vivir así. No hago más que llorar y llorar y apenas ya me quedan lagrimas. Necesito que me digas como lo haces. Como hay que hacer para no pensar, para ser un cisne feliz…
- No hago nada – Le contestó el cisne idealista – Tan solo canto y río y a veces lloro. Hago lo mismo que tú. Yo también estoy a veces triste, pero la desidia no me ahoga por que yo soy él que decide. Hay muchos lugares hacía donde mirar. Sólo dirijo mi mirada hacía el lugar que más agradable me resulte en ese momento.El cisne infeliz volvió a gritar:
- Pero, así no me ayudas. Quiero ver lo que tú ves. Ayúdame te lo suplico.
- Tienes que ser tú el que te ayudes a ti mismo. Yo no puedo ser tu mente. Solo con el hábito de tus pensamientos positivos conseguirás ser como te propones. Pero es un esfuerzo que has de soportar. El hábito es una fuerza muy poderosa. Comienza cambiando tus pensamientos negativos y tristes por otros alegres y positivos. Aunque no los sientas, aunque no creas en ellos. Te aseguro que con la práctica y mucha paciencia llegarás a ser un cisne feliz.
- ¿Tengo que practicar? Uf, eso es muy cansado. No me apetece. Quiero una solución ahora. Sino, significa que no eres mi amigo y nunca lo has sido.
- Pero si te he dicho lo que yo hago. No sé que más quieres. Por favor, no te enfades conmigo y volvamos a ser amigos – respondió el cisne idealista.
- No – Gritó el cisne triste, muy enfadado – Eres un cisne inmaduro y egoísta. Nunca llegarás a nada.
Desde entonces ambos cisnes no son amigos. A veces se ven. El cisne idealista sigue cantando y riendo por donde va, mientras que el cisne triste sigue sumergido en sus pensamientos y “viviendo” en la “realidad” a la que está acostumbrado.
“Si tú no cambias lo que no te gusta de ti mismo, no responsabilices a los demás de tus pensamientos y conductas”.
2 comentarios:
¡Muy buenas tardes!
¡¡Qué hermoso!,¡ Qué lindo!
♡♥♡♥
Me encanta tu historia, yo voy con el Cisne idealista, es muy positivo...
Muy bien hecha, aquí me tienes esperando tu próxima linda historia!!!
Soy Rukaya.
Hola Rukaya :) Muchas gracias por tus lindas palabras. Me alegra que te haya gustado. Escribiré próximamente otra historia en este blog. Mientras tanto, te animo a visitar mi otro blog de relatos cortos: www.relatosdecarol.blogspot.com ;) Un saludo!
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