Cuando viajamos, pasamos rápido por los pueblos y lugares
que vamos dejando atrás.
Apenas parpadeamos y ya hemos dejado de ver aquella ciudad.
Tan solo divisamos a lo lejos, los edificios y fachadas llenas de historias.
No estamos solos. Somos muchos y en cada una de las luces
que vemos en las habitaciones de esas casas, hay una persona como tú, que
quizás vive una situación similar a la tuya.
Algunos entrenan solo su cuerpo para mantenerse sanos. Aunque
luego salgan del gimnasio, y se enciendan un cigarro o se beban una cerveza…. Ellos
creen que ya han cumplido con su parte de mantenimiento.
Dejan olvidada en un rincón la parte que nos les gusta de sí
mismos. Piensan que es mejor no mirarla a la cara. Si está escondida, no
molestará… piensan… Pero sí lo hace.
Imagina que tienes un jardín, y que todos los días lo
abonas. De los deshechos, comienzan a nacer flores hermosas y llenas de vida.
Nosotros también somos dos caras de una misma moneda. Necesitamos
de nuestro lado menos visible y más opaco, para renacer.
No vale con negar, que los problemas no existen. No vale con
quedarnos callados, esperando a que por arte de magia, nuestra pesadumbre se
vaya…
Tú eres una persona fuerte y maravillosa. Llena de
pensamientos adecuados y acciones estupendas.
Mereces ser feliz. Como aquellas personas que viven en las
casas que pasas a todo correr, cuando viajas.
Ellos también desean la felicidad
y estar sanos en todos los aspectos.
Deja de tragarte lo que no te conviene. Comienza a
expresarte con ese coraje que tienes.
Descúbrete. Eres mucho más que ese sofá o esa reunión de
trabajo… eres una persona maravillosa.
Abre los ojos.
No estás solo.
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