Una mañana muy temprano, un grupo de niños, decidió dar un paseo.
Vivían en la montaña más alta del lugar y tan solo se tenían
los unos a los otros.
El más pequeño del grupo, dio la noticia:
- Cuando éramos mayores, yo no podía caminar – Dijo risueño –
Así que hoy, en honor a quien fui, voy a ir el primero.
Todos estaban de acuerdo. Bueno… todos, menos uno.
- Yo era el más mayor hace unas pocas horas – Dijo quejándose
– Y seré yo el que vaya primero.
La rigidez de sus palabras no afectó al resto, y continuaron
jugando y preparando sus bolsas de excursión.
- ¿No me habéis escuchado? – Gritó - ¿Es que nadie me oye?
Una niña que aparentaba unos ocho años, lo miró:
- ¿Qué te pasa pequeño? – Le dijo - ¿No puedes dormirte?
¿Por eso lloras?
El que había sido mayor hacía pocas horas, se sorprendió de
aquellas palabras.
- No entiendo que dice esta niña – Pensó – Me habla como si
fuera un bebé.
- ¿No sabes que eres un recién nacido, verdad? – Preguntó la
niña de modo dulce – Vaya… Pues no te preocupes, que yo cuidaré de ti.
El que fue un viejo cascarrabias, se calló y miró sus
pequeñas manos.
- Soy un bebé – Pensó.
- Yo te llevo en mi mochila – Gritó la niña – Ya verás que
paseo más bonito.
Los niños que habían sido adultos, comenzaron su marcha.
Como cualquier niño, el camino se hizo muy lento y lleno de
magia y espectáculos sorprendentes.
Cuando llevaban unas horas andando, uno de ellos gritó:
- ¡Mirad a vuestros pies! – Exclamó – Estamos…
Una ráfaga de viento los meció durante un instante.
- ¿Estamos encima de las nubes? – Preguntó la niña con el
bebé a cuestas.
- Sí… Son tan espesas, que no nos caemos – Respondió uno de
ellos.
- Creo que no es por eso – Dijo otro en voz baja – No
tenemos pies…
Todos se miraron. Era cierto… ya no tenían pies ni piernas.
- Por eso no nos caemos… - Dijo la niña.
El ruido de la lluvia despertó a Raúl de su profundo sueño.
- He soñado que era un bebé – Le dijo a su compañera – Ha sido
muy raro… nadie me hacía caso, pero cuando me he dejado llevar, me he relajado y
he desconectado de tal forma, que he sido igual de feliz que cuando era pequeño…
Su compañera le sonrió:
- Yo he tenido el mismo sueño – Dijo – Yo te llevé en la
mochila…
El rostro arrugado de Raúl hizo varias muecas.
- Parece que estamos en el camino – Dijo – Volvemos a ser
niños.
Rosa sonrió.
Se miraron el uno al otro, y se pusieron a jugar.
4 comentarios:
Muy bonito Carol, dulce-dulce!!
Carol preciosa entrada como siempre.
Sigue así y no cambies.
Besitos
http://dondelasemocionesnosllevan.blogspot.com.es/
Muchas gracias Milena :D Un beso!
Hola YOLANDA :) Muchas gracias! Seguiré así ;) Besos
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