Cuando somos pequeños, el tiempo se nos hace eterno.
Las mañanas son largas, las tardes interminables y las
noches llenas de sueños.
Jugamos todo el día y cada momento es una oportunidad para
aprender.
No medimos el tiempo ni las experiencias por un reloj o por
unas metas preestablecidas.
Observamos a los que nos rodean y cogemos lo que más nos
atrae. Así y casi sin darnos cuenta, vamos adquiriendo experiencia y aprendemos
a hacer las cosas cada vez mejor.
Al igual que los niños, las personas de más edad, regresan a
esas sensaciones y a esos tiempos largos y espaciados.
Cada tarde tiene muchos minutos y para algunos parecen no
tener fin.
Curiosamente, (o no), las personas más mayores y los niños,
aprenden sin esfuerzo, con paciencia y observando a su alrededor.
El tiempo es algo que no les influye para experimentar
nuevas experiencias.
Cada día es una gran aventura llena de horas y minutos en
los que aprender a vivir.
Hoy te animo a que salgas a la calle, y busques un banco
para sentarte.
Ve solo y quédate ahí un buen rato, observando a las
personas que pasan delante, los objetos que te rodean y escuchando los ruidos
cercanos.
Date cuenta de que ese momento es otra oportunidad para
aprender y crecer.
Tengas los años que tengas, seas como seas, llevas
aprendiendo años observando a los que te rodean y a ti mismo.
Todo es una gran lección que aprender.
Continúa observando.
Hoy es un día maravilloso.
2 comentarios:
Toda la razón el concepto del tiempo es muy diferente en los niños y los adultos, no solo por la percepción tb porque los niños miran más el presente que incluso los adultos, muchos de ellos afanados al pasado o al futuro. Un saludo.
Hola gnula :) Muchas gracias por tu aporte. Un abrazo :D
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