Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Ahora, que te sientes relajado y tranquilo, abre los ojos.
Imagina una habitación completamente vacía.
Casi no distingues lo que está arriba de lo que está abajo.
Nota las sensaciones del vacío de esa sala.
Entra dentro y dirígete a una de las esquinas.
Acurrúcate allí.
Ahora tan solo observa:
Un grupo de personas entran en la habitación, haciendo mucho
ruido y se sitúan de pie en medio de la sala.
Algunos llevan comida y bebidas en sus manos. Visualiza los
alimentos que traen: carnes, pescados, panes, dulces... Grandes cantidades de
comida que desborda las manos de quien los llevan.
Dirige la atención de nuevo a la puerta:
Varios elefantes y cerdos, entran con algo de dificultad por
la puerta.
Los animales se sitúan en otras de las esquinas del lugar,
aunque ocupando mucho espacio y se ponen a comer restos de comida y frutos
secos, que hay en el suelo.
Tú continúas en cuclillas, en un rincón, observando la
escena.
Respira profundamente una vez.
Una mujer con una fumigadora repleta de humo, entra en estos
momentos en el cuarto y llena todo el ambiente de humo negro irrespirable.
Sin embargo, nadie parece darse cuenta al principio de ello,
hasta que poco a poco, comienzan a toser y a respirar con dificultad.
Un gran tubo aparece por la puerta y enseguida, comienza a
fluir de él, gran cantidad de líquido.
Todos los de la habitación, intentan continuar con lo que
hacían, aunque pocos lo consiguen.
Tú ya no puedes mantenerte en el suelo y comienzas a subir
con el líquido que acaba de entrar en la habitación.
Estás empapada y cada vez más cansada.
Sabes que necesitas salir de ahí para poder respirar y
sentirte mejor.
Vas nadando hacía la puerta y con mucho esfuerzo consigues
salir de allí, aunque el resto de los que hay en la habitación no lo logran (y
muchos ni lo intentan).
Cuando sales, observas que en la puerta por fuera, hay un
letrero grande, que pone:
"Estómago".
Vivimos cada día con nuestro cuerpo y apenas le prestamos
atención.
Menos atención aún le damos a nuestro sistema digestivo,
siendo una de las partes más importantes para mantener nuestro cuerpo estable y
saludable.
Visualiza ahora una habitación o sala que te produzca
tranquilidad y relajación.
Puede ser tu cuarto, el lugar en que haces meditación o un
templo.
Imagínate entrando en ese lugar y dirigiéndote a una de las
esquinas.
Nada más entrar sientes el aroma y la paz que se respira en
ese sitio.
Hay una mesa con algunas comidas, frutas y verduras, y
alrededor de ella, un grupo de personas sentadas, dialogan en voz suave y sin
aspavientos.
Algunos animales, reposan plácidamente en una de las
esquinas, relajados y apacibles.
Un poco de humo que sale de un incienso, colocado en una
pequeña mesa, hace que la estancia aparezca más tranquila.
Estás muy relajada en tu esquina y feliz de estar en aquel
lugar, del que no deseas salir huyendo.
Uno de los grifos que hay en la pared, se abren de vez en
cuando para llenar los cuencos de los que beben las personas y animales allí
presentes.
La calma te hace sentir alegre.
Respira profundamente una vez.
Disfruta de cada momento y ofrécele a tu cuerpo lo que
necesita para tu bienestar físico y mental.
Recuerda:
Tu cuerpo es tu templo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario