Llevamos
viviendo en nuestra jaula particular tanto tiempo, que muchas veces ya no nos
damos cuenta de nuestro encierro.
Reflexiona…
¿Cuántas
veces has deseado una palabra de afecto por parte de otra persona?
¿Cuántas
veces te habría encantado recibir un abrazo de tu ser querido en vez de pelear?
Tal
vez en más de una ocasión.
Pero…
¿Lo dijiste? ¿Verbalizaste en voz alta a esas personas lo que deseabas?
Es
probable que la respuesta sea no, ya que expresar nuestras emociones o aclarar
los problemas, los solemos dejar pasar de largo, para que no molesten.
Pero
cuanto más evitamos nuestros sentimientos, más se esconden en nuestro interior.
Los
relegamos a la jaula con rejas fuertes que llevamos dentro.
-
Me harán daño si la abro – Podemos pensar – No es posible que sea la única
tonta que diga lo que siente en todo momento.
Y
callamos y tragamos. Y volvemos a tragar.
El
aire que entra por nuestra nariz ya no nos produce el bienestar de antaño. La ansiedad
y los miedos salen de la cárcel que hemos preparado durante tanto tiempo, pero
nuestros deseos, anhelos y sentimientos, se quedan bien encerrados dentro.
Cierra los ojos y respira
profundamente tres veces.
Imagina que dentro de ti, en el
centro de tu estómago, hay una puerta de hierro con un gran candando. Al otro
lado miles de pensamientos censurados, de deseos no realizados, de sentimientos
enterrados, se te aparecen como ondas de energía de colores.
Al otro lado de la cancela, está
todo lo que creíste que no te convenía en un determinado momento. A ti o a los
que te rodean.
“Más adelante lo haré. Lo primero es él”, pensamos.
“No es tiempo para lamentarse. Seguiré aguantando por ellos”.
Y abrimos la puerta con nuestra
llave maestra, que cada vez se hace más y más pesada.
A pesar de que la has abierto
muchas veces, para dejar encerrados a tus recuerdos y anhelos, esta vez es
diferente.
Como si la llave y la puerta
supieran que van a escapar sus prisioneros, se resisten a abrir.
Pero tú, con toda tu fuerza y con
tus ganas de vivir más plenamente y feliz, consigues derrocar a la reja y
abrirla de par en par.
Poco a poco, todo aquello que no
quisiste ver o que no deseaste afrontar, va saliendo en borbotones de energía. Y
poco a poco, esos miedos y esa ansiedad que sentías, se va disipando.
Eres capaz de lo que te propongas.
Abre las puertas de tu encierro.
Tú puedes.
2 comentarios:
Way!!!
:) :) :) :) :)))))) Gracias la.eu :D Besos wapa!!! ;)
Publicar un comentario