Dejé
de comer carne y productos lácteos entre otras cosas.
Mi
estado mejoró y el de toda mi familia.
Al
principio del cambio de alimentación, todo era complicado. Recuerdo que me
costó dejar de comer carne y todo lo que solía gustarme.
Con
constancia y esfuerzo por parte de todos, conseguimos habituarnos a nuestra
nueva forma de vivir, que como he dicho, mejoró mucho nuestro estado de salud.
Curiosamente
(desde mi punto de vista), hace poco, fui al médico de cabecera y en ningún
momento me preguntó por mi alimentación ni por mis hábitos al respecto. Tan
solo me mandó unos medicamentos (con bastantes efectos secundarios, por cierto)
y nada más.
Es
curioso, porque que el comienzo de la sanación comienza en nuestra boca, es
real.
Lo
que comemos y como comemos, es la clave para estar y sentirnos sanos.
A
pesar de todo, aún hoy a nivel “tradicional”, no se recomiendan esos cambios de
hábitos que nos pueden ayudar a mejorar, o si lo hacen, no dan pautas o no
hacen un seguimiento necesario para llegar al
necesario cambio.
La
afirmación del médico de la antigua Grecia, Hipócrates (el padre de la medicina
para muchos autores) de: “Que el alimento sea tu mejor medicina y tu mejor
medicina sea tu alimento”, es una realidad.
Aunque
sabemos la importancia de la alimentación en nuestras vidas y en nuestra salud,
muchas veces nos cuesta cambiar, ya que preferimos dejar que algo externo nos
quite el “problema” de forma rápida y casi milagrosa.
Cambiar
de hábitos puede ser algo difícil al principio, pero te aseguro que se puede
conseguir.
Si
logras encontrar el apoyo de tu familia o de tu entorno, el cambio será mucho
más llevadero. Y aunque no lo tengas, no desesperes, eres un ser adaptativo y
lleno de fuerza interior y puedes conseguir lo te propongas.
Comenzar
algo distinto a lo que estamos acostumbrados, cuesta, pero con constancia,
práctica y paciencia, se consigue cambiar.
Comienza
a comer más sano, sin pensar en las consecuencias. Lee, estudia, infórmate que
es lo mejor para tu salud y anímate a intentarlo.
Observa
como casi todos los productos que venden, llevan muchos azucares refinados
añadidos, innecesarios para nuestro organismo. Y otros tantos, bastante sal,
igual de innecesarios.
Percátate
de lo que comes y comienza a masticar cada bocado más de treinta veces,
comenzando tu digestión en la boca. Saborea cada vez más la comida y sé
consciente de los beneficios de una buena alimentación.
Tú
puedes sentirte cada día más y más sano.
Créelo.
Recuerda:
“Que el alimento sea tu mejor medicina y tu mejor medicina sea tu alimento”.
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