Escucha todo lo que pasa a tu
alrededor, sin dejar de ser consciente de tu respiración.
Recuerda algún momento especial que
te puso la piel de gallina o te hizo sentir mágica.
Quédate en ese instante y respira
profundamente una vez.
Cuando lo desees, abre los ojos y
observa cualquier objeto de la habitación o espacio donde te encuentras. Tal vez
un cojín, o un farola… cualquier cosa vale.
Míralo detenidamente, como si fuera
la primera vez que lo miras.
Ahí está ese objeto, con todos sus
colores, contornos y formas, desafiándote a ser un poco más como él.
Vivir en el ahora, no requiere esfuerzo.
Imagina ahora que eres ese objeto
que has mirado durante un rato y cierra los ojos de nuevo.
¿Sientes el tacto y la sensación de
ser un objeto?
Los objetos no piensan. Tan solo
son.
Sé ese objeto mientras eres
consciente de tu respiración. Tu aire entra e infla el objeto que has
visualizado, para después desinflarse por completo, cuando expiras.
Estás viviendo en el presente.
Nada existe. Nada es. Tan solo se
está.
Cuando lo desees, abre los ojos y
respira profundamente una vez.
Recuerda
que siempre que tú quieras, podrás vivir en el ahora.
Es
más sencillo de lo que nos parece.
Lo
que ocurre es que muchas veces, tenemos el hábito de pensar en acontecimientos
pasados y futuros y dejamos de ser conscientes de lo que nos rodea… De la
facilidad del ahora.
El
placer de vivir sin más, sin darle vueltas a la cabeza, es lo que nos da
sentirnos parte del ahora.
Todo
ocurre ahora.
Todo
está pasando cuando abres los ojos y no estás dormido.
Tú
sabes cómo despertar.
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