Un sinfín
de palabras, se agolpan hoy en mi mente.
Parece que
fue ayer, cuando mi madre me tenía entre sus brazos, en aquel gélido invierno.
Aún recuerdo
como si lo hubiera vivido recientemente, el aroma de su cabello y sus palabras
silenciosas.
Cuando aquella
persona, que por cierto, conocí en mi juventud, decidió inventarse el paso del
tiempo, pensé que nunca tendría éxito.
Antes de
la existencia de los años, las semanas o los días, todos éramos conscientes del
ahora y de lo largo que se hacían los momentos.
Sin embargo,
el concepto de tiempo, tuvo mucha acogida entre las personas, deseosas de hacer
miles de cosas con su vida.
Poco a
poco, nos fuimos dando cuenta de que el tiempo pasa tan veloz como un insecto
cuando intenta escapar de una habitación cerrada.
De repente,
comencé a tener recuerdos de quién fui y de lo que hacía… Y sin darme cuenta,
empecé a echar de menos esos tiempos donde nada tenía tanta importancia, y las
horas (aún no inventadas) andaban lentas por todas partes.
La soledad
por aquel entonces, tampoco era un problema. Todos estábamos acompañados de
todos. El tiempo no existía y aunque no tuviéramos a alguien a nuestro lado en
todo momento, nunca nos sentíamos solos…
Pero,
aquella persona tuvo un instante de “genialidad” e inventó el tiempo.
Nos quedamos
entonces, haciendo cuentas del pasado, del presente, del futuro…
Del qué será, de los podrían ser o de los ojalá
hubiera ocurrido…
Cuanto más
deprisa ibas, más distancia recorrías en menos tiempo. Aquella fórmula se
comprobó tantas veces en la realidad física, que todos estuvimos de acuerdo en
su veracidad.
Hasta que
unos cuantos envejecimos y dejamos de correr. El tiempo entonces, se suponía
que iría mucho más lento para nosotros, ya que habíamos dejado la carrera y los
pasos agigantados…
Pero no
fue así… Curiosamente, el tiempo empezó a escaparse de nuestros dedos, como
peces en el mar.
Las nubes
parecían pasar más deprisa que nosotros. Y a pesar de todo, el tiempo nos
consumía a cada segundo que pasaba.
Después de
que el inventor del tiempo falleciera, creímos que todo volvería a ser como
antes. Sin tiempo, sin pasados, sin futuros…
Pero tampoco
ocurrió como presentimos.
La muerte
de aquella persona, nos trajo un recuerdo triste que esconder en la memoria…
“Todos moriremos en algún momento. Sea como
seas y hagas lo que hagas”.
Y así es…
Aunque seas el inventor del afamado tiempo.
Sin embargo,
aquel recuerdo dejó de ser apagado y oculto, cuando llegué a este momento de mi
existencia.
Aquí estoy.
Solo, pero acompañado. Feliz y algo melancólico por lo recuerdos del pasado o
de lo que no fue. Pero muy tranquilo y seguro de que regresaré a aquel lugar en
el que no existe el tiempo.
Tengo ganas
de volver a sentir esas sensaciones de quietud y de falta de pensamientos.
Llegó mi
hora señalada.
Gracias,
inventor del tiempo.
4 comentarios:
Este escrito es precioso, me ha encantado. Da gusto poder conocer a personas con esta felicidad y con estas ganas de escribir.
Hola personas discapacitadas :) Muchas gracias. Me han gustado mucho tus palabras :D Gracias por leerme ;) ¡Un abrazo!
Gracias por compartirlo, Carolina, me encantó leerlo, es muy bueno! siempre es un placer pasar por tu página, lástima que no puedo hacerlo tanto como quisiera, por el dichoso "tiempo" ;) un abrazo!
Hola Gemma :D De nada!!! Estoy contenta de que hayas tenido tiempo, para pasar por mi página ;) Siempre es un placer leer tus comentarios. Gracias :))) Un abrazo!!
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