Cuando
estamos pasando por malos momentos, cualquier cosa que nos ocurre, suele ser
interpretada por nuestra mente, como negativa.
Sea
como sea, nuestros pensamientos y nuestro estado anímico nos paralizan y nos
hacen infelices.
Últimamente
he leído a detractores del pensamiento positivo, señalando que con este
pensamiento no estamos dentro de la realidad y que nos hace no enfrentarnos a
los acontecimientos difíciles. Aducen que la psicología positiva en particular,
es una invención y que con ella no aprendemos a ser capaces de afrontar las
experiencias negativas y nos convertimos en personas que viven en un mundo
irreal.
Como
muchos de vosotros ya sabréis, aplicar los pensamientos positivos en nuestro
día a día, nos puede ayudar a estar más felices y a sentirnos más estables
emocional, física y psicológicamente. Pero eso no quiere decir que dejemos de
afrontar por ejemplo una pérdida o una desilusión sin expresar nuestras
emociones (sean las que sean).
El
pensamiento positivo no cura enfermedades físicas o de otro tipo, pero ayuda (y
mucho) a que nos sintamos mejor e incluso a que la sanación llegue a nuestras
vidas.
Por
supuesto que nada actúa en solitario. Sólo con medicinas (sin otro apoyo
emocional, físico o psicológico) no sanaremos completamente.
Y
es que la salud, como la define la Organización Mundial de la Salud, “es un
estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades”. Por lo tanto, abarca tanto lo físico, como lo psicológico y
emocional, y lo social. Cuando hay equilibrio en estas tres áreas, podemos
decir que somos personas sanas.
Cuando
no prestamos atención a nuestros sentimientos y pensamientos, y sólo nos
centramos en sanar el cuerpo físico, es fácil volver a caer enfermo, ya que los
pensamientos influyen sobre nuestro cuerpo y nuestra mente.
Cuando
decidimos hacernos conscientes de nuestras limitaciones y actuar para
superarlas, estamos afrontando la situación de forma activa.
Tú
puedes darle la vuelta a ese acontecimiento que te está pasando y decidir
afrontarlo de manera activa, positiva y constructiva para ti.
Por
supuesto, nunca dejes de expresar tus sentimientos, sean de tristeza, de miedo
o de alegría. Ese es el primer paso para el cambio. Todos podemos llorar, caer
y sentirnos tristes, y todos y todas, también podemos (después de pasar el
duelo o la pena), levantarnos y decidir cómo afrontar esas situaciones.
Hoy
te ánimo a que sigas siendo una persona positiva o, si no lo eres, a decidir
aquí y ahora a darle la vuelta a tus experiencias y ser activo y positivo
frente a estas.
Tú
puedes darle la vuelta a lo que no te gusta.
Tú
tienes la capacidad de afrontar de modo activo esos problemas diarios.
Ya
sabes:
Dale
la vuelta.
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