Desde
que somos pequeños aprendemos que “la
energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma”. Gracias a los
conocimientos en física, conocemos un poco más nuestro mundo y lo que nos
rodea.
Aún
así, pocas veces aplicamos los principios que nos enseñan en el colegio, en la
vida real.
Somos
energía. Y no solo nuestro cuerpo. También nuestros pensamientos generan
energía.
Cuando
hablamos no solo expresamos opiniones y sentimientos, también transmitimos vibraciones
de energía, que aunque no visibles, están en todo lo que hacemos y decimos.
Los
pensamientos tienen poder. Igual que tus actos y movimientos.
Cuando
realizas por ejemplo una comida poniendo toda la intención, siendo consciente
de todo lo que te rodea y focalizando tu energía en tu objetivo, es probable
que ese alimento te salga bien. O quizás también te haya ocurrido justo lo
contrario… Hacer una tarea cualquiera sin prestar atención o de mala gana y los
resultados no han sido lo positivos que esperabas.
Me
gustaría que esta semana, hicieras una pequeña prueba.
Desde
que te levantes por la mañana, imagina que atraes hacía ti miles de
pensamientos y de acciones positivas. Visualiza detenidamente la escena, por
ejemplo, como si cientos de mariposas de colores revolotearan a tu alrededor y
poco a poco, fueran saliendo por la ventana en busca de esos buenos momentos.
Sé
consciente a cada instante de que esos deseos, revolotean por la ciudad,
dejando en su recorrido las condiciones para que, cuando tú las vuelvas a
encontrar en la calle, todo sea tranquilo y sin discusiones.
Descubre
el poder de tus pensamientos y vive ese día, predispuesto para que te ocurran
experiencias positivas y gratificantes.
Otro
experimento que podrías hacer, es utilizar la energía de tu cuerpo para sanarte
o hacer que te sientas mejor.
¿Cómo?
Muy sencillo. Nada más despertarte, respira profundamente una vez antes de
incorporarte y centra tu atención en tus manos. Visualízalas cargadas de luz
brillante. Cuando lo hayas hecho, coloca tus manos con las palmas hacía abajo,
encima de tu cabeza. Deja que la energía sanadora y potente de tus manos,
recorran tu cuerpo desde tu coronilla hasta tus pies. Siente el calor que tus
manos desprenden y concéntrate en visualizar la luz bajando de un lado a otro
de tu cuerpo.
Si
quieres expresa en voz alta una frase positiva o motivante mientras lo haces,
como por ejemplo: “Hoy va a ser un día
maravilloso”.
Respira
profundamente cuando sientas que has terminado y comienza la jornada con
fuerza.
Recuerda
que todo lo que hagas estará rodeado de energía.
Eres
energía.
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