El otro día encontré entre los recuerdos de mis
padres, una historia escrita por mí, cuando era una niña… Escrita a máquina y con pocos folios, me trajo
a la memoria aquellos momentos de felicidad y motivación, que inundaban mis
horas de ocio.
Es curioso como en cada uno de nosotros, hay un
impulso desde pequeños a ser o hacer determinada actividad. Casi toda la gente
con la que hablo, tienen o han tenido un deseo o un sueño desde hace años.
En algunas ocasiones, la motivación por alcanzar ese
deseo se para y no avanza por años… Sin embargo, pase lo que pase, casi siempre
esa ilusión regresa a nuestras vidas con fuerza.
Tal vez por las circunstancias de tu vida, dejas
aparcado aquello que tanto te gusta hacer… Y muchas veces somos nosotros los
que nos ponemos trabas para no hacerlas…
El miedo, las excusas, el pensar que ya tendremos
tiempo… Todo ello, se convierte en un muro para ser un poquito más felices.
Porque hacer y llevar a cabo ese sueño con el que
tanto disfrutabas, es un bálsamo para esos momentos de preocupaciones o
nervios. Es una forma sencilla de acercarte a ese niño interior, que aún conservas
dentro de ti. Es la mejor manera para darte cuenta de lo importante y no de lo
superfluo de las apariencias.
Cuando eras más pequeña y hacías aquella actividad,
seguramente no tenías expectativas acerca del resultado final. En mi caso, escribía
porque me divertía hacerlo. Aún me divierte y me gusta. El tiempo pasa veloz
cuando nos sumergimos en esa afición que tanto nos mueve por dentro. Sonreímos muchas
veces, aun sin buscarlo y estamos de mejor humor cuando algún desacuerdo diario
aparece en nuestras vidas.
Eres lo que tus deseos y motivaciones son.
Igual que tus pensamientos se transforman en
palabras y tus palabras en actos, tus anhelos se tornan reales si les prestas
la atención que te reclaman.
Puede ser que creas que tu amor por la cocina, los
libros, la pintura o las plantas, no son tan importantes en tu día a día. Quizás
sientas que no tienes tiempo para esas “tonterías” o esos “caprichos” de cuando
eras un niño…
Mírate al espejo y obsérvate… ¿De verdad crees que eres
igual de feliz que cuando hacías aquello que te encantaba? Recuerda el tiempo
que dedicabas a esa actividad sin cansarte. Rememora cuando la felicidad no era
tan difícil…
Aún estás a tiempo de sentirlo de nuevo. Sigues vivo…
sigues aquí y tienes tiempo. Haz ese pequeño esfuerzo o deja de engañarte a ti
misma con que no es necesario hacerlo.
Comienza hoy mismo.
Respira profundamente y sigue con ese coraje que te
caracteriza.
Enfréntate a tus miedos y a tus excusas.
Todo está en tu mente.
¡Disfruta como cuando eras un niño!
Sé feliz.
6 comentarios:
Hola Carolina! Muchas gracias por esta entrada, estoy totalmente de acuerdo contigo. Muchas veces, desde la infancia alguna actividad nos atrapa y, cada vez que la retomamos, nos sentimos con muchísima fuerza y energía. En mi caso, la literatura policiaca y los misterios siempre me han interesado. Ahora tengo un blog sobre el tema y voy haciendo actividades que me ilusionan y me llenan de fuerza.
¡Gracias por tu blog!
Es cierto lo que dices. Como corre el tiempo cuando hacemos algo que nos gusta y más si esa actividad nos atrapó cuando éramos niñ@
Hola Blanca :)De nada! :)) Muchas gracias a ti por tus palabras :D Me gustaría que me dieras el enlace a tu blog :) Me encantaría leerlo ;)Un abrazo!!!
Hola la.eu :D El tiempo vuela cuando somos felices ;) Y como decía mi abuela materna, la edad está en nuestra mente y no en nuestros cuerpos :D Aunque ya no seamos niños, podemos disfrutar como entonces :D Un beso guapa!!!
Hola! Aquí tienes el enlace, espero que te guste :) http://novelanegraypoliciaca.es/
Hola Blanca :) ¡Qué bien!!! Muchas gracias! Lo leeré y lo seguiré con ganas :D A mí también me gusta ese género y las novelas de Agatha Christie desde pequeña (ya que mi madre es una gran aficionada a ella). Muchos besos :)
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