Cuando apagas la luz por la noche, tus pensamientos
y recuerdos se centran en lo perdido, en lo no encontrado o en lo olvidado.
Hay tanta vida fuera de los muros de tus ideas.
Si una flor decidiera que es simplemente una flor,
ya no sería una flor.
Tú eres mucho más que un número, una cara o un
título.
Eres el resultado de muchas experiencias, de
infinidad de alegrías, de esfuerzos y penas.
El aspecto que tengas es insustancial.
No importa quién creas ser. Ya eres.
Siempre hay ojos que te observan y te reconocen.
No es el momento de tomar decisiones apresuradas.
Siéntate en silencio y escúchate.
Los sonidos de tu interior, aplacan los ruidos de
fuera.
Si hay luchas, respira profundamente y no
desfallezcas.
Tus esperanzas nunca se agotan, aunque pienses que
así es.
Si miras con los ojos de una margarita, te
reconocerás al instante.
Las capas de vida y de miedos que te sobreprotegen,
están desapareciendo.
No las necesitas para vivir.
Para el momento de tu muerte, tampoco serán útiles.
Solo importará el ahora y el amor que hayas
expresado desde tu interior.
Los éxitos materiales obtenidos, las carreras por
ser alguien, dejaran de tener importancia, justo en el preciso momento en que
seas consciente de que tus horas se acaban.
La felicidad no es cuestión de segundos.
La alegría de cada situación, de cada mirada, de
cada palabra, te acompaña a cada minuto.
No tienes que hacer esfuerzos por ser feliz ni por
estar alegre.
Las margaritas no hacen esfuerzos por ser flores.
Tú tampoco necesitas esforzarte para recuperar
aquello que crees que has perdido.
Siéntate en algún sitio. No importa que estés
rodeado de gente.
Tan solo, acomódate en tu interior y oye el silencio
de tu mente.
Cuando las palabras pasen veloces por tu cabeza,
estate atento. Son solo palabras. El significado se lo das tú.
El orgullo por ser cada vez mejor, te para los pies
para simplemente ser.
Ahora mismo tus padres, o tu hijo, o tu hermano, o
tu amiga, están a tu lado, sonriéndote y reclamando tu atención.
Ya tienes todo lo que deseas.
Abre los ojos y míralo.
El silencio de tu mente, te habla.
¿Vas a empezar ahora a escucharte?
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