Como
dice la famosa canción, Si yo fuera rico, Yadi dadi dadi didu didu didu didu
dum, Estaría todo el día bidi bidi bum…
¿Y
qué es exactamente lo que tú harías si fueras rico?
Cierra
los ojos e imagínate rodeada de dinero. Más del que podrás gastar en una vida.
Cree
por unos instantes, que eres realmente multimillonario.
¿Qué
sientes? ¿Felicidad? ¿Tranquilidad? ¿Armonía?
Expande
tu mirada y observa a quién te acompaña.
¿Estás
solo? ¿Tu familia te sonríe feliz?
Y
ahora, analiza tu interior… ¿Eres distinto por dentro? ¿Qué ha cambiado para
que ahora creas que eres más feliz?
Si
observas la situación desde fuera, como si de un extraterrestre se tratara,
verías lo absurdo de la ecuación. Tan solo ha cambiado que tienes unos cuantos
papeles alrededor tuyo y sin embargo, tus ilusiones, expectativas y anhelos, se
han modificado rápidamente.
¿Tu
realidad se dibuja en función del dinero o de las cosas materiales que puedes o
no comprarte? ¿O sientes que eres algo más que un número o que un consumidor
sin motivos más?
Como
no sé cuáles serán tus respuestas a esas preguntas, te dejo las mías. Yo, al
igual que muchos de nosotros, no soy rica. De hecho, como la inmensa mayoría de
las personas en España, no tengo trabajo. Tampoco tengo otros bienes materiales,
ni coche, ni casa, ni otras propiedades… Soy una persona con discapacidad más,
y que a pesar de mis estudios, tengo pocas oportunidades laborales.
Dicho
todo lo cual, mi respuesta es: Sí. Quiero ser millonaria…
¿Quién
no desea tener dinero y así imaginar un futuro lleno de felicidad, paz y
armonía?
Y
claro. Quiero tener mucho dinero y “trabajar” en lo que me gusta: escribir.
Pero…
¿Eso es lo que me impulsa cada día para vivir?
Pues
No. Mis motivaciones no van en línea con ser multimillonaria. Mis deseos no
están cerca de crear multinacionales para lucrarme y tener cada vez más y más
dinero.
Cada
vez que en mi mente resuena la canción “Si yo fuera rico”, mi cuerpo baila y mi
mente sonríe y actúo como si ya fuera millonaria según los cánones establecidos:
feliz y sin preocupaciones o culpas.
Y
me sorprende ver a personas ricas, pobres en valores y en relaciones humanas,
siendo muchos de los líderes que nos marcan el día a día.
Sí.
Yo quiero ser rica, pero también deseo la felicidad. Y una felicidad a largo
plazo, que no se compre con dinero. Un amor incondicional hacia mí misma, hacía
mis allegados. Amor sin condiciones y la motivación de avanzar a cada instante,
sonriendo y cantando a pesar de las dificultades.
Porque
somos muchos y muchas los que no somos millonarios, y sin embargo sabemos vivir
y reír. Unos luchando con sus dolencias, otros emergiendo de las ruinas y otros
muchos, levantándonos cada vez más y más fuertes y sabios.
Sé
que tú eres una de esas personas: rica en valores y en emociones. Una
inteligencia emocional, que nos hace disfrutar de cada instante sin miedo al
siguiente, o a lo que vendrá.
Supervivientes
al fin y al cabo, que cumplen sus deseos más inmediatos y que están rodeados de
amistad, amor y compañerismo.
Aunque
sea algo no real en estos momentos de tu vida, te lo voy a recordar: Tú ya eres
rico. Y mucho.
Sigue
viviendo con esa valentía y el arrojo de los que tienen sueños.
Y
sigue cantado…
Si
yo fuera rico… yadi dadi dadi didu didu didu didu dum.
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