Muchas
veces vivimos en nuestras cabezas. Nos obsesionamos con un tema en concreto y
no dejamos de darle vueltas.
De
repente, de ser personas entre comillas sanas, nos volvemos en una especie de
zombis sin control. Esa idea, ese sentimiento o esos pensamientos recurrentes,
vuelven a nosotros una y otra vez. Y la mayoría de las veces, no nos damos cuenta
de lo que está pasando.
Si
no somos conscientes de aquello que nos para, si creemos que no nos pasa nada,
a pesar de estar desde por la mañana dándole vueltas sin sentido a esa obsesión,
no seremos capaces de pararla.
La
vorágine de los pensamientos innecesarios o poco sanos, parecen tener vida
propia. Los remordimientos, las dudas, los “que hubiera pasado sí…”, nos
convierten en muertos vivientes, y dejamos de escuchar, de hablar y de sentir. Todo
lo que hacemos y pensamos, se enfoca hacia esa dirección, y esa atención cada
vez se multiplica por mil.
Sin
embargo, todas esas obsesiones, las podemos parar.
Lo
principal, es darnos cuenta. Una vez, que seamos conscientes de nuestros pensamientos,
palabras y acciones, podremos dar un paso hacia adelante para dejar de vivir
atrapados en esa espiral.
Tú
tienes la capacidad y el poder de pensar lo que desees. Tu mente no te domina. Tú
eres tu mente. Eres mucho más fuerte de lo que sientes. Y eres capaz de
conseguir superar esa obsesión, sin miedos y sin reproches.
Como
reza el proverbio: “Todo tiene solución,
y si no la tiene, para que te preocupas”. Piénsalo: todo seguirá avanzando
y ese problema que crees tener, dentro de poco, dejará de ser un obstáculo, tan
solo un recuerdo. Tanto como si había solución al problema como si no, habrás
pasado una mala época pensando y sintiéndote abatido.
Sé
que decirlo es fácil, pero que en la práctica casi nunca lo es. Aún así, compórtate
como si no hubiera obstáculos para el éxito, porque no los hay. Las trabas que te pones a ti mismo en el
camino, pueden desaparecer si eres consciente de tus propios pensamientos.
Para
superar estos momentos de dudas y de obsesiones, te animo a que te centres en
algo que te relaje o que te haga sentir bien. Es decir, que te “obsesiones” con
esa afición o actividad que te desconecte por un rato de tu entorno.
Concéntrate
en ese libro que te ayuda a soñar, en las enseñanzas de alguien que haya
experimentando la quietud, en las olas o en el silencio de la montaña.
Puedes
desechar tus obsesiones. Poco a poco y sin miedos.
¡Tú
puedes!
4 comentarios:
Acertado texto Carol, como siempre. Si bien ya reconoces que no es fácil llegar, no ya a no permitir que sea la mente quien te arrastre, sino que ni tan siquiera lo es el ser consciente de ello... Es la condición humana. Que ni es buena ni menos buena. Simplemente es!
Tu línea de reflexión es la correcta, la adecuada. Y sin embargo a cierto nivel, suceda lo que suceda, "todo estaría bien".
¿Ha sucedido? ¡Ha sucedido! No puedes atajar el agua que ya pasó por debajo del puente.
Pero es que hay más... ¿Has leído mi anterior entrada ¿Olas?
Las olas, el Océano... ¿Qué son las primeras en relación al segundo?
¿Hay primero y segundo?
Comprendo que mis palabras pueden no estar claras Carol... Aunque por otro lado me consta que llegas al sentido de las mismas.
Un gran abrazo y buen día.
Gracias carolina por el artículo ultimamente han estado pasando muchas cosas por mi cabeza y me ha ayudado a aclararme, saludos buen blog!
Hola Ernesto :) Gracias por tus palabras! Un abrazo :D
Hola Claudia :) Me alegro! De nada :D Gracias a ti por tu comentario. Un abrazo!
Publicar un comentario