miércoles, 19 de noviembre de 2014

Un rayo de sol

Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.
Relaja cada parte de tu cuerpo que sientas en tensión.
Ahora dirige tu mente y tus recuerdos a ese lugar cálido y seguro que dormita en ti.
Todos tenemos ese espacio mágico al que hemos acudido en más de una ocasión. Un sitio alejado de tiempos, de espacios y de obligaciones.
Puede ser el pueblo al que ibas de pequeño, o el parque al que te gustaba ir a pasear… quizás sea “tan solo” el dormitorio en el que creciste. Sea como sea, haz todo lo posible para recordar aquel instante en que todo se detenía.
Cuando lo hayas hecho y tu cuerpo y tu mente crean que estás disfrutando de nuevo de esas sensaciones, respira profundamente una vez.
Tu cuerpo está cada vez más y más y relajado.
Tu cabeza está rodeada de todas aquellas cosas familiares que tanto te gustaban y te gustan.
Te sientes relajada y llena de vitalidad.
Nada existe. Todo está por descubrir.
Un suspiro cercano te saca de tu ensoñación… o eso piensas.
Sin embargo sigues en ella.
Una de las personas o animales con quien tanto jugabas hace años está cerca de ti.
No lo miras, pero sabes y sientes que está allí. Como siempre estaba.
Disfruta del momento y escucha.
Un agradable viento te mece.
Rayos de sol calientan tu cara y te hacen estremecerte.
Estás dentro del sueño y sin embargo parece real.
Todo parece estático. Sin tiempo. Sin espacio. Sin pensamientos.
Un vacío apetecible invade entonces tu cuerpo.
Ya no eres tú mismo. Te has transformado en ese rayo de sol que atravesaba el camino, la ladera o tu ventana.
Vives cerca de las nubes y sin embargo apenas las rozas.
Eres etéreo.
Un soplo de aire cálido que no busca, ni encuentra, ni se siente cansado o perdido.
Simplemente estás.
Cerca del camino al que tanto ibas. Pegado a la cama en la que tanto soñaste.
Nada permanece. Tu forma de rayo de sol tampoco.
Poco a poco te vas desvaneciendo en la nada.
Sin embargo te sientes más viva que nunca.
Más segura que en ningún momento de tu vida.
Este es el momento y lo sabes.
No hay dudas. No hay miedos. No hay esperas.
Tan solo hechos.
Estás aquí y ahora.
Respira profundamente una vez.
Vive.
Ahora.
Abre los ojos.


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