Cuando era pequeña era muy tímida. Estuve
mucho tiempo pensando que aquello era un rasgo de mi personalidad o de mi forma
de ser, y que no podía hacer nada para cambiarlo.
Creer que no puedes cambiar algún aspecto
de ti mismo que te incomoda o que no te hace feliz, es uno de los motivos por
los que no cambiamos.
Todo fluye y el cambio, como en
cualquier fenómeno de la naturaleza, está presente a cada paso que damos.
Queramos o no, el movimiento es parte
de nuestra vida y aquello que yo pensaba (y sentía) inmutable en mí, no era más
que una etapa, una falta de habilidades y una baja autoestima.
Sé que la manida frase: “Si
crees en ello, lo conseguirás”, no deja de ser una afirmación más en el
saco de las destrezas. Pero es tan real como nosotros queramos que sea.
Desde que te levantas por la mañana,
planificas lo que vas a hacer a lo largo del día. Aquello que piensas y sientes
(que no tenemos que olvidar que pensamientos y sensaciones, están muy unidos)
según avanza la jornada se van haciendo palpables y reales. Y sin embargo, antes
de comenzar a moverte eran “solo simples ideas”.
Esta semana te animo a que seas
consciente de esos cambios que se van produciendo a tu alrededor. Que observes
como tus actos y pensamientos, influyen en lo que te pasa.
Vivir estresados, con miedos, enfadados…
nos debilita la energía y nos convierte en blancos perfectos para malas
situaciones e incluso decaimientos o enfermedades.
Date un respiro. Te lo mereces.
Mañana despierta con una sola idea en
la cabeza: ser y estar alegre. Sonríe y canta aunque no te apetezca en esos
momentos, y cambia la forma que tienes de enfrentarte a las situaciones.
Cuando por ejemplo estés enojada,
párate y piensa cuáles son tus actos normalmente cuando te sientes así. Recapacita
si tu forma de actuar te beneficia o por el contrario te consume poco a poco. No
chilles. No te hace falta explotar si vas expresando tus sentimientos cada día.
Y aunque te digo que no grites, pega un
grito si lo que quieres es desahogarte. Enciérrate en el cuarto de baño por
ejemplo, y háblate al espejo. Dale a esa imagen reflejada al otro lado, los
motivos por los que la ira, no te ayudan a estar bien.
Confía en cada palabra que te dices a
ti misma. Eres tu mejor maestro.
Recuerda: Vive cada instante con la energía del
cambio.
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