domingo, 27 de septiembre de 2015

Eres una persona sana

Cierra los ojos y respira profundamente una vez, inhalando el aire por la nariz y expulsándolo por la boca.
Mantente con los ojos cerrados un rato. Intenta aislarte de tu alrededor y céntrate en tu cuerpo.
Nota si tienes alguna tensión acumulada en él.
Si es así, visualiza esa zona e imagina como le envías con cada expiración una nube blanca sanadora. Es una energía pura y llena de amor que entra en el lugar dañado y recorre cada parte de tu cuerpo.
Estás cada vez más relajada.
Ahora, respira profundamente una vez y coloca una de tus manos en tu cabeza, justo en la coronilla.
Sigues con los ojos cerrados y te sientes muy tranquilo.
Sabes que es lo que necesitas. Y este momento de calma es importante para continuar con tu día.
Después de un rato y de respirar cada vez más y más lentamente y sin esfuerzo, coloca tu otra mano en el centro de tu pecho.
Siente como la energía te va sanando y ofreciéndote una experiencia muy relajante y placentera.
Estás muy a gusto y feliz.
Cuando te apetezca dirige tus manos a tus dos orejas y tápatelas durante unos minutos.
Respira lenta y profundamente una vez, deshaciendo los nudos de las sombras de tu mente y de tu cuerpo.
Te sientes muy relajada.
Eres una persona sana.
Sonríes.
Respira profundamente una vez.
Abre los ojos.



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