lunes, 22 de febrero de 2016

Un día sin miedos ni dolores

Cierra los ojos y respira profundamente tres veces.

Siente toda tensión que tengas acumulada.

Ya sea física como mental.

Analiza tus sensaciones y sentimientos.

Párate en aquello que te haga daño y céntrate en ello.

Respira profundamente una vez.

Ahora imagina que estás en la orilla del mar.

Observa como el agua va cambiando de color y de textura.

Poco a poco, el agua se va transformando en un líquido espeso de color dorado.

La luz que ilumina toda la zona es tenue y anaranjada.

Te sientes muy bien.

Centralizas tu atención en aquello que te molesta y comienzas a caminar hacia adentro del mar.

Notas como el líquido dorado va penetrando en cada parte de tu cuerpo.

Conforme andas, te das cuenta que tus dolores se van mitigando.

Y al sumerger la cabeza en esa nueva agua, las preocupaciones prácticamente han desaparecido.

Te sientes sana. Te sientes bien. Te sientes estupendamente.

Sabes que aquella sensación te va a durar todo el día.

Sin apenas esfuerzo sigues caminando en aquel líquido de oro.

Respira profundamente una vez.

Estás sano.

Eres feliz.

Y eres consciente del ahora.

Disfruta de un día sin miedos ni dolores.

Te lo mereces.





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